El futuro de la movilidad sostenible empieza hoy.
La movilidad debe entenderse como esa visión de cómo se quiere que los ciudadanos interactúen entre sí y los espacios públicos de las ciudades.
Entender que es un asunto que va de la mano con la gestión del uso y gestión de suelo en territorio y el impacto en el ambiente.
Pasa por una lógica del derecho a la ciudad y desde un enfoque de sostenibilidad que busca generar espacios inclusivos de estancia y no autopistas aterradoras y bulliciosas, busca generar resiliencia y economía urbana local y busca generar convivencia barrial, resultando incluso en mejora de la seguridad.
En Quito, el 22% de la población se mueve en auto privado (incluyendo taxis). Ese porcentaje mal ocupa el 80%[1] del espacio público y tiene un vergonzoso 90% del presupuesto municipal para obras dirigidas al auto privado[2] en detrimento de la inversión de otros modos de transporte sostenible.
Aunque parezca un cambio complejo, es sobre todo un cambio necesario. La contaminación, el ruido, debe ser cosa del pasado. Está comprobado que un carril extra no solucionará nada y que al contrario agudiza los problemas ambientales, sociales y urbanos. Orientar dichos cambios con medidas coherentes que impulsen la mejora del servicio de transporte público con modelos de gestión integral que se reflejen en la redistribución de presupuesto.
¿Cómo repensamos la ciudad?
La propuesta de la ciudad de los 15 minutos tiene 2 elementos base: la pirámide inversa de movilidad sostenible que devuelve la importancia al peatón y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que buscan un desarrollo ético y transparente, resumidos en la AHSE2036[3].
La movilidad sostenible prioriza al peatón en todo sentido: diseño, espacio, seguridad, presupuesto, como signo de equidad, de inclusión y consciencia social, comprendiendo que la gestión del territorio y la movilidad son dos caras de la misma moneda y reconoce a la caminabilidad como movilidad, resiliencia y salud.
Repensar los espacios para la gente, donde se elimine el impacto de ruido y riesgo que genera la circulación vehicular y priorizar la seguridad. Calles completas, compartidas, pacificadas (30 km/h) que permitan disfrutar a todo momento de la ciudad[4].
Transformaciones que devuelvan equilibrio en la relación ciudad-naturaleza y reconecten al ciudadano con un entorno sensible que necesite su cuidado y atención, en lugar de un espacio inhóspito sin alma, encementado. Pensar en los niños, niñas y adolescentes y adultos mayores que son quienes más sufren el aislamiento y la falta de autonomía que la ciudad genera, devolverles la posibilidad de jugar con sus vecinos en la cercanía de su hogar, parques y plazas seguras, salir a pasear, recuperar el espíritu de las calles que nos vieron crecer en las que podíamos jugar y correr seguros.
Una ciudad de cercanías que se plasma en territorio el momento cuando sus usos son múltiples, diversos y mejoran la idea de centralidades que permiten movilidad en distancias cortas para encontrar servicios y actividades.
Accesibilidad, salud y seguridad
La inclusión de todos los modos de movilidad permite accesibilidad urbana a oportunidades de trabajo, relaciones, actividades para todos, haciendo posible disminuir índices de delincuencia e inseguridad al ser una sociedad más justa.
El Ecuador tiene como segunda causa de muerte los accidentes de tránsito, por lo que un enfoque de seguridad vial y pacificación de calles, es importante, pero es vital entender que el sistema de salud empieza por la actividad física y la primer causa de muerte[5] es por enfermedades cardio vasculares iniciadas en su mayoría por sedentarismo en el día a día, agudizado por no tener calles, bulevares, espacios públicos, un sistema de transporte interconectado, realmente público que sirva a toda la población para mantenerla activa y conectada.
Las calles han alejado a la gente común de ellas, permitiendo que actividades no deseadas se tomen los espacios públicos. En términos urbanos existen 2 termómetros de seguridad, el fenómeno de la ventana rota[6] y ojos en la calle[7]. Se necesita recuperar el uso de la calle como espacio público y recuperar el respeto a lo público como de todos y no de nadie.
¿Qué pasó en el mundo durante la pandemia?
La pandemia del 2020 posesionó propuestas que desde la sostenibilidad se planteaban desde hace algunas décadas en Europa principalmente.
Para muchas ciudades del mundo la movilidad del futuro ya llegó, y han priorizado carriles para el transporte público, han transformado kilómetros y kilómetros de carriles vehiculares en ampliación de aceras, inclusión de ciclovías que permiten a las personas moverse de manera no contaminante, silenciosa y que además pueda aportar a la mejora del sistema inmunológico y disminuir los efectos del cambio climático.
El camino está marcado, solo falta decisión política, porque lo técnico en términos sostenibles es irrefutable.
[1] Uso de Espacio Público Vial https://i.imgur.com/G7cAK4Y.gif [2] Secretaría de Movilidad del MDMQ https://secretariademovilidad.quito.gob.ec/index.php/la-institucion/politica [3]Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda. (16 de octubre de 2020). https://www.habitatyvivienda.gob.ec/wp-content/uploads/2020/10/Agenda-Habitat-Sostenible-del-Ecuador-2036.pdf [4] Información sobre iniciativas https://nacto.org/publication/urban-street-design-guide/ https://ciudadesquecaminan.org/accion/iniciativa-ciudad-30/ https://ciudademergente.org/construir-tacticas/calles-compartidas [5] INEC. Instituto Nacional de Estadística y Censos 2020 https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/Poblacion_y_Demografia/Defunciones_Generales_2019/Presentacion_EDG%20_2019.pdf [6] ArchiDis Iniciativa Urbana Permanente http://bit.ly/39s2aCa [7] Jane Jacobs https://repensandolaciudad.blogspot.com/2014/04/ojos-en-la-calle-o-como-mejorar-la.html
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